Dios tienes un gran sentido de humor. El me lo demuestra a menudo.
Trabajo en Nueva York. Tomo el tren en Grand Central para los que conocen la cuidad no tienen que imaginarse que tan congestionada es esta estación. A veces me encuentro diciendo “Padre envíame un asiento”. Bueno hace una semana iba pidiendo esto cuando note que el tren estaba a punto de cerrar las puertas. Pude ver que habían un montón de asientos, pero muy tarde llegue a la plataforma pues la puertas se cerraron y no pude tomar ese tren. Sentí disolución porque sabía que el próximo tren vendría muy lleno. Le dije Señor, gracias por los asientos pero como pudiste ver no llegue a tiempo. Acepte que tendría que ir parada. Aquí es donde Dios me demostró su sentido de humor, no pasaron cinco segundo cuando vino un tren totalmente vació, por un instante pensé que estaba fuera de servicio pero se paro y entramos todos los pasajeros --- a un tren con todas las sillas desocupadas. Mire a mi alrededor y me sonreí le di las gracias inmensamente y disfrute mucho mi viaje a casa. Padre te doy las gracias por demostrarme tu humor y enviarme lo que yo necesito cuando lo necesito.
El moraleja de esta anécdota es, nosotros pedimos poco pero Dios nos da mucho.
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